Y la historia continúa, sigan comentando y disfrutando leyendo tanto como yo disfruto escribiendo.
ir a la parte 2
ir a la parte 1
Capítulo 3: Viajando en el metro
Todos los días comenzaban igual...
Suena mi despertador a las 5:15 con la tonadita de uno de mis videojuegos favoritos, pese a ser una musiquita que me gusta mucho, es realmente desagradable tener que levantarme tan temprano. Salgo de mi cálida recámara a la fría sala, donde tengo que caminar a oscuras hasta llegar al interruptor de la luz, lo cual había dejado de ser un problema mayor hace ya mucho tiempo porque cuando llevas años viviendo en la misma casa terminas memorizando inconcientemente dónde se encuentran las paredes, los muebles y posibles obstáculos que puedas encontrar. Mi primera misión del día es encender el calentador de agua y esa realmente suele ser una tarea complicada, ya que el susodicho dispositivo es un tanto antiguo y a veces tardo mucho tiempo tratando de que la llama no se apague. Cuando al fin logro encenderlo, debo esperar unos minutos para que el agua se caliente. Cabe mencionar que casi siempre empleo ese pequeño tiempo para recostarme en el sillón y descansar los ojos un momento, aunque en muchas ocasiones eso implica quedarme dormido y despertar dándome cuenta de que llegaría tarde a clases otra vez.
Mi familia siempre se queja de que tardo demasiado tiempo en el baño, particularmente en las mañanas, pero casi siempre es por que me quedo dormitando bajo el chorro de agua tibia, es bastante agradable, pero llegó un momento en que me di cuenta que desperdiciaba mucha agua, asi que comencé a bañarme rodeado de cubetas para tratar de ahorrar lo más que pudiera. Saliendo de bañarme, voy rápidamente a mi habitación, ya que el trayecto del baño a mi cuarto es bastante frío. Generalmente siempre me pongo lo primero que encuentro, salvo en ocasiones especiales cuando salgo con mi novia y selecciono mi ropa con mayor cuidado o cuando hay que hacer una presentación en clase y no puedo asistir con una de mis playeras Geek con divertidas imágenes de videojuegos o leyendas como códigos de programación graciosos o frases épicas de los juegos clásicos.
Una vez que ya estoy vestido, desayuno lo primero que enccuentro en el refri, alboroto mi cabello y cepillo mis dientes frente al espejo. Cierro la puerta con cuidado para no despertar a nadie y me dirijo a tomar el camión. En el camino me pongo mis audifonos de "chupón" y saco mi iPod de la bolsa derecha de mi pantalón, el cambio o "morralla" se encuentra en la bolsa izquierda, mi cartera en la bolsa izquierda trasera y mis llaves en la derecha trasera.
Normalmente a esas horas de la mañana los camiones pasan atascados de gente, me ha tocado tener que subir por la parte de atrás y darle mi pasaje a alguien para que lo vaya pasando hasta llegar a la alcancía del camión, y luego el boletito va de regreso mano por mano hasta llegar a mi, y lo primero que hago es ver el folio:
"00923051... veamos... suman 20... mmm por poco es un 21... bueno a lo mejor mañana si sale..."
Bajo del camión y me apresuro a llegar al metro. No soy fan de viajar en metro, pero cuando no hay alternativa es un buen medio de transporte, además de que no contamina. Al igual que el camión, el metro también va atascado, solo que aquí hay 10 veces más gente. Espero al tren parándome en la orilla del andén con la esperanza de que no llegue algún loco y nos empuje a todos. Después de tanto viajar en metro, sé exactamente el lugar donde tengo que esperarlo para que me toque estar frente a la puerta y ser de los primeros en entrar. Casi siempre el conductor es lo suficientemente preciso para frenar en el instante exacto en que la puerta queda perfectamente perpendicular a mi nariz, pero hoy es la excepción, por azares del destino ha frenado antes y la puerta se quedó muy atrás.
Veo a la gente amontonarse donde está la puerta y cuando esta se abre, todos entran empujando tratando de ganar un asiento para ir durmiendo todo el trayecto. Sigo observando. Los más encajosos se avalanzan directamente sobre el asiento más proximo a la puerta (el reservado), sin importarles que vaya algún adulto mayor o una dama. A veces noto que algunos gritan o se quejan, pero mis audifonos me impiden escucharlos. Cuando al fin todo el bullicio termina, entro tranquilamente y busco un lugarcito para acomodarme, no muy cerca de la puerta para no estorbar, no muy al fondo para que no me aplasten, no muy enmedio para que tenga un buen lugar de dónde sujetarme y lo más importante de todo: muy muy lejos de los que cargan mochilas, bolsas o paquetes muy grandes. Es muy incómodo estar detrás de alguien que lleva una mochila tamaño "voy de campamento" o con un paquete en el suelo que no te deja apoyarte bien sobre tus dos pies y te pone en peligro de caer en caso de que el tren frene repentinamente.
Casi siempre duermo de camino a la escuela, ya que mi casa y la escuela están a una línea completa de distancia y me da tiempo de tomar una pequeña pero reparadora siesta. Pero hoy no es el caso, ya que un hombre gordo está sentado en el asiento más próximo a mi, al verlo acomodarse y sacar un periódico todo maltratado de la bolsa trasera de su pantalón, me doy cuenta de que no bajará del tren en un futuro muy próximo.
Me resigno a permanecer despierto todo el trayecto y comienzo a observar a la gente. Es interesante ver las cosas que hacen muchas personas cuando creen que no las está viendo nadie. Algunos se rascan, otros duermen y hacen muecas muy graciosas. Un hombre de traje gris y corbata a rayas muy elegante va llamando por su celular mientras sujeta un maletín con su otra mano, tal vez se pone de acuerdo con alguien para una cita de negocios. Una señora bastante maquillada lleva de la mano a su hijo, el niño tendrá unos 10 años y lleva una camiseta de Ben10. Observo a dos chicas en asientos contiguos que van conversando, parecen muy divertidas, una de ellas tiene cabello claro corn un moñito rosa y pequeños rizos en la punta de su cabello, la otra tiene el cabello muy largo y negro y un lunar en el pómulo derecho que la hace lucir muy simpática. ¿de qué estarán hablando? tal vez una anécdota divertida, una experiencia con algún chico, tal vez recuerden alguna fiesta o el mayor oso de sus vidas, en fin, podrían ser muchas cosas, pero nunca lo sabré, prefiero seguir escuchando mi música.
Después de un par de estaciones, llegamos a una donde siempre hay mucho movimiento, mucha gente baja y otros tantos suben, claro, todo esto puedo explicarlo con mi pequeño postulado matemático: "durante las horas pico en cada estación del metro bajan 3 y suben 5", solo que en esta estación es prácticamente un 5 a 5 o mejor dicho, un 10 a 10. Y es precisamente la gran cantidad de gente que se mueve en el metro lo que me había causado una grán paranóia en los ultimos años, y es que cuando voy en metro y siento algun rose en alguno de mis bolsillos, siento que es para quitarme mi celular, mi ipod o mi cartera, mi mochila procuro cargarla enfrente, ya que ahi viene mi PSP, la gente baja y sube de la misma manera, empujando y compitiendo por un lugar. Nunca falta el que te da un codazo con o sin intención, el descarado que aprovecha para toquetear a alguna señorita y lo peor, la mayor escoria del transporte público: los ambulantes. Lo malo es no saber distinguir entre quiénes dan codazos y quienes te sacan cosas.
Sacar cosas...
Regresó a mi mente la idea: Hurtar.
La gente sigue subiendo y bajando en cada estación, pero ahora he dejado de ver a la gente y comienzo a ver más allá. El hombre gordo del periódico trae audífonos, lo que probablemente indica que tiene un celular con reproductor de música o un dispositivo independiente como un iPod o mp3. La chica del lunar saca su teléfono Sony ericsson w380i, el hombre de traje lleva un reloj Timex que se ve que es muy costoso. La señora saca de su bolso un monedero y saca algunas monedas de él, probablemente para pagar el camión o la micro, pero del monedero llegan a asomarse algunos billetes. Y poco a poco sigo observando las cosas que llevan, anillos, pulseras, relojes, teléfonos celulares de todas las marcas, carteras, monederos, bolsos de mano...
El tren se detiene y todos comienzan a bajar, hasta el hombre gordo que había guardado ya su periódico y sacó un mp3 de los baratitos que traen desde China se levantó de su asiento y bajó. Todo el mundo abandonó el vagón menos yo.
Comencé a cuestionarme sobre todo lo que había escuchado sobre aquellos a quienes llamaban "carteristas". Había escuchado de ellos, pero mi concepto era alguien con mucha destreza, capaz de introducir su mano dentro de los bolsillos de alguien y sustraer sus queridos bienes sin siquiera alertar a su victima de que acababan de arrebatarle algo que era suyo. ¿Qué tan cierto es eso de su habilidad de sustraer cosas? ¿qué técnicas son las q usan? ¿qué hacen si su víctima llega a percatarse de que una mano amiga de lo ajeno está atentando contra sus pertenencias?
Definitivamente son cosas que nunca sabré... por lo menos no hasta que regrese a mi casa y me ponga a buscar en google.
Comenzó a sonar el tono de que las puertas estaban por cerrarse. Había llegado al final de la linea, apresuré a bajarme y continuar mi camino a la escuela.
Así es, todos los días comenzaban igual... todos menos el día de hoy.
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Capítulo 3: Viajando en el metro
Todos los días comenzaban igual...
Suena mi despertador a las 5:15 con la tonadita de uno de mis videojuegos favoritos, pese a ser una musiquita que me gusta mucho, es realmente desagradable tener que levantarme tan temprano. Salgo de mi cálida recámara a la fría sala, donde tengo que caminar a oscuras hasta llegar al interruptor de la luz, lo cual había dejado de ser un problema mayor hace ya mucho tiempo porque cuando llevas años viviendo en la misma casa terminas memorizando inconcientemente dónde se encuentran las paredes, los muebles y posibles obstáculos que puedas encontrar. Mi primera misión del día es encender el calentador de agua y esa realmente suele ser una tarea complicada, ya que el susodicho dispositivo es un tanto antiguo y a veces tardo mucho tiempo tratando de que la llama no se apague. Cuando al fin logro encenderlo, debo esperar unos minutos para que el agua se caliente. Cabe mencionar que casi siempre empleo ese pequeño tiempo para recostarme en el sillón y descansar los ojos un momento, aunque en muchas ocasiones eso implica quedarme dormido y despertar dándome cuenta de que llegaría tarde a clases otra vez.
Mi familia siempre se queja de que tardo demasiado tiempo en el baño, particularmente en las mañanas, pero casi siempre es por que me quedo dormitando bajo el chorro de agua tibia, es bastante agradable, pero llegó un momento en que me di cuenta que desperdiciaba mucha agua, asi que comencé a bañarme rodeado de cubetas para tratar de ahorrar lo más que pudiera. Saliendo de bañarme, voy rápidamente a mi habitación, ya que el trayecto del baño a mi cuarto es bastante frío. Generalmente siempre me pongo lo primero que encuentro, salvo en ocasiones especiales cuando salgo con mi novia y selecciono mi ropa con mayor cuidado o cuando hay que hacer una presentación en clase y no puedo asistir con una de mis playeras Geek con divertidas imágenes de videojuegos o leyendas como códigos de programación graciosos o frases épicas de los juegos clásicos.
Una vez que ya estoy vestido, desayuno lo primero que enccuentro en el refri, alboroto mi cabello y cepillo mis dientes frente al espejo. Cierro la puerta con cuidado para no despertar a nadie y me dirijo a tomar el camión. En el camino me pongo mis audifonos de "chupón" y saco mi iPod de la bolsa derecha de mi pantalón, el cambio o "morralla" se encuentra en la bolsa izquierda, mi cartera en la bolsa izquierda trasera y mis llaves en la derecha trasera.
Normalmente a esas horas de la mañana los camiones pasan atascados de gente, me ha tocado tener que subir por la parte de atrás y darle mi pasaje a alguien para que lo vaya pasando hasta llegar a la alcancía del camión, y luego el boletito va de regreso mano por mano hasta llegar a mi, y lo primero que hago es ver el folio:
"00923051... veamos... suman 20... mmm por poco es un 21... bueno a lo mejor mañana si sale..."
Bajo del camión y me apresuro a llegar al metro. No soy fan de viajar en metro, pero cuando no hay alternativa es un buen medio de transporte, además de que no contamina. Al igual que el camión, el metro también va atascado, solo que aquí hay 10 veces más gente. Espero al tren parándome en la orilla del andén con la esperanza de que no llegue algún loco y nos empuje a todos. Después de tanto viajar en metro, sé exactamente el lugar donde tengo que esperarlo para que me toque estar frente a la puerta y ser de los primeros en entrar. Casi siempre el conductor es lo suficientemente preciso para frenar en el instante exacto en que la puerta queda perfectamente perpendicular a mi nariz, pero hoy es la excepción, por azares del destino ha frenado antes y la puerta se quedó muy atrás.
Veo a la gente amontonarse donde está la puerta y cuando esta se abre, todos entran empujando tratando de ganar un asiento para ir durmiendo todo el trayecto. Sigo observando. Los más encajosos se avalanzan directamente sobre el asiento más proximo a la puerta (el reservado), sin importarles que vaya algún adulto mayor o una dama. A veces noto que algunos gritan o se quejan, pero mis audifonos me impiden escucharlos. Cuando al fin todo el bullicio termina, entro tranquilamente y busco un lugarcito para acomodarme, no muy cerca de la puerta para no estorbar, no muy al fondo para que no me aplasten, no muy enmedio para que tenga un buen lugar de dónde sujetarme y lo más importante de todo: muy muy lejos de los que cargan mochilas, bolsas o paquetes muy grandes. Es muy incómodo estar detrás de alguien que lleva una mochila tamaño "voy de campamento" o con un paquete en el suelo que no te deja apoyarte bien sobre tus dos pies y te pone en peligro de caer en caso de que el tren frene repentinamente.
Casi siempre duermo de camino a la escuela, ya que mi casa y la escuela están a una línea completa de distancia y me da tiempo de tomar una pequeña pero reparadora siesta. Pero hoy no es el caso, ya que un hombre gordo está sentado en el asiento más próximo a mi, al verlo acomodarse y sacar un periódico todo maltratado de la bolsa trasera de su pantalón, me doy cuenta de que no bajará del tren en un futuro muy próximo.
Me resigno a permanecer despierto todo el trayecto y comienzo a observar a la gente. Es interesante ver las cosas que hacen muchas personas cuando creen que no las está viendo nadie. Algunos se rascan, otros duermen y hacen muecas muy graciosas. Un hombre de traje gris y corbata a rayas muy elegante va llamando por su celular mientras sujeta un maletín con su otra mano, tal vez se pone de acuerdo con alguien para una cita de negocios. Una señora bastante maquillada lleva de la mano a su hijo, el niño tendrá unos 10 años y lleva una camiseta de Ben10. Observo a dos chicas en asientos contiguos que van conversando, parecen muy divertidas, una de ellas tiene cabello claro corn un moñito rosa y pequeños rizos en la punta de su cabello, la otra tiene el cabello muy largo y negro y un lunar en el pómulo derecho que la hace lucir muy simpática. ¿de qué estarán hablando? tal vez una anécdota divertida, una experiencia con algún chico, tal vez recuerden alguna fiesta o el mayor oso de sus vidas, en fin, podrían ser muchas cosas, pero nunca lo sabré, prefiero seguir escuchando mi música.
Después de un par de estaciones, llegamos a una donde siempre hay mucho movimiento, mucha gente baja y otros tantos suben, claro, todo esto puedo explicarlo con mi pequeño postulado matemático: "durante las horas pico en cada estación del metro bajan 3 y suben 5", solo que en esta estación es prácticamente un 5 a 5 o mejor dicho, un 10 a 10. Y es precisamente la gran cantidad de gente que se mueve en el metro lo que me había causado una grán paranóia en los ultimos años, y es que cuando voy en metro y siento algun rose en alguno de mis bolsillos, siento que es para quitarme mi celular, mi ipod o mi cartera, mi mochila procuro cargarla enfrente, ya que ahi viene mi PSP, la gente baja y sube de la misma manera, empujando y compitiendo por un lugar. Nunca falta el que te da un codazo con o sin intención, el descarado que aprovecha para toquetear a alguna señorita y lo peor, la mayor escoria del transporte público: los ambulantes. Lo malo es no saber distinguir entre quiénes dan codazos y quienes te sacan cosas.
Sacar cosas...
Regresó a mi mente la idea: Hurtar.
La gente sigue subiendo y bajando en cada estación, pero ahora he dejado de ver a la gente y comienzo a ver más allá. El hombre gordo del periódico trae audífonos, lo que probablemente indica que tiene un celular con reproductor de música o un dispositivo independiente como un iPod o mp3. La chica del lunar saca su teléfono Sony ericsson w380i, el hombre de traje lleva un reloj Timex que se ve que es muy costoso. La señora saca de su bolso un monedero y saca algunas monedas de él, probablemente para pagar el camión o la micro, pero del monedero llegan a asomarse algunos billetes. Y poco a poco sigo observando las cosas que llevan, anillos, pulseras, relojes, teléfonos celulares de todas las marcas, carteras, monederos, bolsos de mano...
El tren se detiene y todos comienzan a bajar, hasta el hombre gordo que había guardado ya su periódico y sacó un mp3 de los baratitos que traen desde China se levantó de su asiento y bajó. Todo el mundo abandonó el vagón menos yo.
Comencé a cuestionarme sobre todo lo que había escuchado sobre aquellos a quienes llamaban "carteristas". Había escuchado de ellos, pero mi concepto era alguien con mucha destreza, capaz de introducir su mano dentro de los bolsillos de alguien y sustraer sus queridos bienes sin siquiera alertar a su victima de que acababan de arrebatarle algo que era suyo. ¿Qué tan cierto es eso de su habilidad de sustraer cosas? ¿qué técnicas son las q usan? ¿qué hacen si su víctima llega a percatarse de que una mano amiga de lo ajeno está atentando contra sus pertenencias?
Definitivamente son cosas que nunca sabré... por lo menos no hasta que regrese a mi casa y me ponga a buscar en google.
Comenzó a sonar el tono de que las puertas estaban por cerrarse. Había llegado al final de la linea, apresuré a bajarme y continuar mi camino a la escuela.
Así es, todos los días comenzaban igual... todos menos el día de hoy.
Vida real + fantasia
ResponderBorrarEsto me recuerda una vez que iba camino a mi casa, en el camion como a 5 minutos de mi destino, en la parada de villas de la hacienda yo estaba sentado en el asiento de la derecha(ventana) del pasillo de la derecha, y parado a un lado(mi Izquierda) estaba un chavo que llevaba puesta una sudadera con bolsillos... entonces vi como un tipo como de 30 y algo que iba a bajar metio la mano dentro del bolso de este chavo, que venia agarrado del tubo de arriba con ambas manos e inclinado hacia el par de asientos donde yo estaba, y por la inclinacion, su bolso estaba despegado del cuerpo del chavo y por eso no sintio cuando le sacaron un como celular, el carterista me vio directamente a los ojos al darse cuenta que yo habia presenciado todo su acto y entonces solo bajo empujando personas como normalmente se hace.
ResponderBorrarInmediatamente le dije al chavo, y este aviso que agarraran al tipo, y por toda la cantidad de gente, el carterista estaba aun como a 2 metros, entonces el chavo se estiro lo agarro y le dijo que le devolviera lo que le saco, al final de todo el carterista se salio con la suya.
Sobre los que se aprovechan para toquetear, hay algunos que no solo a las señoritas...
Incluso... hay... señoritas que lo hacen...
^^
Mukashi mukashi o mukashi...(Hace una semana, talvez 2)El camion habia llegado a la base de metro politecnico y yo ya me habia puesto mi mochila en la espalda, entonces me pare y estaba a un pico segundo de entrar al pasillo cuando derrepente un tipo gordo se abalanza y me empuja, por lo cual yo quede atrapado de frente al pasillo recargado en el respaldo del asiento donde habia estado sentado y asi quede hasta que bajaron todos los pasajeros, ya que ninguno me dejo moverme y por lo de mi mochilota no era viable tratar de salir en esas condiciones, cuando ya iba a moverme, la niña que habia estado sentada frente a donde estaba parado también iba a bajar, y pues me resigne a que seria yo el ultimo pasajero en bajar, y pues la chava, que iba con su mamá, se recargo de espaldas sobre mi para permitir a su mamá que se levantara y bajara primero, en ese momento lo único que podía hacer era oler el cabello de la niña esa. Cuando se hiba a quitar, termino frotando su cadera contra mi...
Una vez mas llegue a esta pagina, la verdad me parece muy interesante esta pagina, pero ya no la pude volver a encontrar despues de un tiempo. hasta que busque lo de algo sobre una inspiron y ahi estaba su pagina.
ResponderBorrarsigan asi!!! y tambien sigan con la historia, esta interesante.