Llega la 4ta parte, la cual escribo no bajo los efectos de las drogas, ni el alcohol ni enervantes ni m*madas, sino bajo el efecto de una fuerte carga emocional y sentimientos encontrados.
Cómo sea, espero q les agrade. Luego hago un post con el índice para que encuentren rápido el capítulo siguiente.
ir a la parte 3
ir a la parte 2
ir a la parte 1
Capítulo 4: De amor y obsesiones
Cómo sea, espero q les agrade. Luego hago un post con el índice para que encuentren rápido el capítulo siguiente.
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Capítulo 4: De amor y obsesiones
Mi mundo comenzó a cambiar, veía las cosas de un modo diferente, a las personas ya no las miraba de la misma manera y todos los que me rodeaban notaron que yo me comportaba diferente. Empezando por mi novia.
—¿Qué te ocurre? andas muy serio... ya no eres tan cariñoso conmigo— me decía con cierto grado de tristeza en su voz. Y realmente comprendo a q se debía su sentimiento de "ya no ser querida", y la razón es que yo solía ser muy empalagoso con ella.
Siempre estaba abrazándola, diciéndole cuánto la quería, la cargaba y la dejaba suavemente sobre una silla o el pasto fresco al atardecer, le susurraba lindas palabras al oido, incluso mientras dormía, pero yo sabía que podía escucharme perfectamente porque aunque sus ojos estaban cerrados, su boca sonreía dulcemente. Sus ojitos color miel brillaban al verme y mis ojos la miraban con tanta ternura que a muchos les parecería cursi, pero para mi, mi único mundo, mi unica luz, era ella, y mi único alimento era el amor que sentíamos el uno por el otro.
Tan bello y perfecto era el mundo para mi cuando estaba a su lado, todos mis problemas se terminaban con una sonrisa suya, con un mirada cálida o con un beso lleno de amor que sus labios me regalaban. Lo era todo para mi, y yo era todo para ella. Pero de repente las cosas cambiaron y el encanto que provocaba en mi su mera presencia se había desvanecido, dejando atrás una ola de recuerdos maravillosos de todos los momentos que pasamos juntos y que ahora solo eran parte de un pasado que estaba seguro que jamás volvería, porque las cosas ya no serían igual, lo que sentía ya no era lo mismo.
—¿Es qué ya no me quieres? ¿dime qué es lo que hice? ¿en qué fallé?— Las lagrimas surgían debajo de sus párpados y se quedaban dentro de sus ojos, sin reventar. No parpadeaba, solamente me miraba fijamente con esos ojos color miel de los cuales anteriormente me había enamorado más allá de la razón, y que ahora esas lágrimas hacían brillar más de lo normal. Su boca ya no sonreía y sus labios resecos solo emitían pequeños suspiros llenos de dolor y tristeza.
No contesté.
—¡Quiero que me digas!—Me dijo con una voz que, más allá de sonar triste, sonaba iracunda, pero conservando a la vez el volumen que había empleado anteriormente —¿Qué pasó? ¿Qué te hizo cambiar de un día para otro? ¡No me digas que tienes a otra! — Y al pronunciar esa frase, todo el dolor que se alcanzaba a percibir en sus palabras fue sustituido por un aire de enojo y decepción.
—¡No! no tengo a otra, y deja de decir tonterías, lo que pasa es que no me siento bien— y vaya que no me sentía bien.
—Díme ¿qué puedo hacer para animarte? — La esperanza resaltaba en sus palabras.
—Nada... simplemente, nada— Le dije volteando la mirada hacia un árbol cercano. Llevábamos varias semanas reuniéndonos en ese parque y nunca había notado ese pequeño árbol. "Lo habrán sembrado ayer" me dije a mi mismo tratándo de distraer mi mente y desviarme del tema de conversación, pero me era inebitable ignorar a la chica con la que había compartido tantas cosas y tantos momentos geniales. — Creo que ya has hecho todo lo que estaba a tu alcance, y de verdad te lo agradezco, pero ahora te pido que me dejes en paz.
Y las lágrimas finalmente se rompieron con el parpadeo de sus ojos, sus largas pestañas quedaron empapadas, y al correr cada gota de tristeza por sus mejillas iba dejando un rastro negrizo por el maquillaje que se llevaba consigo lentamente.
No pude verla a los ojos, me levanté sin decir palabras y la dejé ahí, en ese parque donde nos dimos por primera vez un beso lleno de amor puro, en el parque donde el sol siempre brillaba y se sentía un ambiente cálido y agradable que a todos los que cruzaban por ahi los ponía de buen humor. Sentada, triste, su rostro lleno de dudas y temor, sola, en aquella banca color blanco con el logotipo de la delegación donde solía recostarse en mis piernas mientras yo acariciaba su cabello y donde yo solía recargarme en su regazo mientras ella me arruyaba con su dulce voz y sus tiernas palabras.
No mirés atrás, me decía a mi mismo, pero no hacía falta. No tenía deseos de mirar atrás. Pero había algo raro dentro de mi, o mejor dicho, no había nada. Sabía que había lastimado a alguien, y sin embargo, no sentía culpa, ni dolor, ni remordimientos.
Anteriormente había lastimado a muchas personas, pero el dolor que producía a otros siempre era recíproco, e incluso a veces me dolía más a mi el hecho de saber que otra persona había sufrido por mi culpa.
¿Qué fue lo que me hizo cambiar?
Desde aquel día en el metro solo podía pensar en tener cosas. Celulares, videojuegos, computadoras, todo aquello que de algún modo significaba tanto para mi a tal grado de carcomer mi alma y a desplazar los sentimientos que habitaban dentro de mi, cambiándolos por un grán vacío que solo podía ser llenado no por el amor, ni por odio, el dolor tampoco serviría para eso, lo que buscaba, o mejor dicho, lo que ahora necesitaba era la felicidad, la felicidad que solo podía obtener a través de objetos materiales que sabía que dificilmente podría obtener. Y ese conocimiento, el saber que no podrás alcanzar aquello que deseas realmente, aquello que necesitas, lo que verdaderamente podría convertirte en un ser completo capaz de decir "soy feliz", el solo hecho de pensar en no poder tenerlo o no contar con los recursos necesarios para alcanzarlo, era una sensación tan frustrante que hizo que casi todas mis emociones se congelaran.
Y ahi quedaron, en algún rincón oscuro de mi alma, el amor, la generosidad, el deseo de ayudar a otros, la motivación para hacer cada cosa de buena gana y dándo lo mejor de mi, e incluso el dolor de saber que había perdido a una de las personas que más amaba. Todo ello arrumbado dentro de un enorme bloque de hielo alimentado con el agua de las lágrimas que las personas a mi alrededor derramaban por mi culpa y mantenido por el frío de mis deseos mundanos y mi ambición de poseer más y más cosas que para muchos tenían poco valor espiritual, pero que para mi, se habían convertido en el todo.
—¿Qué te ocurre? andas muy serio... ya no eres tan cariñoso conmigo— me decía con cierto grado de tristeza en su voz. Y realmente comprendo a q se debía su sentimiento de "ya no ser querida", y la razón es que yo solía ser muy empalagoso con ella.
Siempre estaba abrazándola, diciéndole cuánto la quería, la cargaba y la dejaba suavemente sobre una silla o el pasto fresco al atardecer, le susurraba lindas palabras al oido, incluso mientras dormía, pero yo sabía que podía escucharme perfectamente porque aunque sus ojos estaban cerrados, su boca sonreía dulcemente. Sus ojitos color miel brillaban al verme y mis ojos la miraban con tanta ternura que a muchos les parecería cursi, pero para mi, mi único mundo, mi unica luz, era ella, y mi único alimento era el amor que sentíamos el uno por el otro.
Tan bello y perfecto era el mundo para mi cuando estaba a su lado, todos mis problemas se terminaban con una sonrisa suya, con un mirada cálida o con un beso lleno de amor que sus labios me regalaban. Lo era todo para mi, y yo era todo para ella. Pero de repente las cosas cambiaron y el encanto que provocaba en mi su mera presencia se había desvanecido, dejando atrás una ola de recuerdos maravillosos de todos los momentos que pasamos juntos y que ahora solo eran parte de un pasado que estaba seguro que jamás volvería, porque las cosas ya no serían igual, lo que sentía ya no era lo mismo.
—¿Es qué ya no me quieres? ¿dime qué es lo que hice? ¿en qué fallé?— Las lagrimas surgían debajo de sus párpados y se quedaban dentro de sus ojos, sin reventar. No parpadeaba, solamente me miraba fijamente con esos ojos color miel de los cuales anteriormente me había enamorado más allá de la razón, y que ahora esas lágrimas hacían brillar más de lo normal. Su boca ya no sonreía y sus labios resecos solo emitían pequeños suspiros llenos de dolor y tristeza.
No contesté.
—¡Quiero que me digas!—Me dijo con una voz que, más allá de sonar triste, sonaba iracunda, pero conservando a la vez el volumen que había empleado anteriormente —¿Qué pasó? ¿Qué te hizo cambiar de un día para otro? ¡No me digas que tienes a otra! — Y al pronunciar esa frase, todo el dolor que se alcanzaba a percibir en sus palabras fue sustituido por un aire de enojo y decepción.
—¡No! no tengo a otra, y deja de decir tonterías, lo que pasa es que no me siento bien— y vaya que no me sentía bien.
—Díme ¿qué puedo hacer para animarte? — La esperanza resaltaba en sus palabras.
—Nada... simplemente, nada— Le dije volteando la mirada hacia un árbol cercano. Llevábamos varias semanas reuniéndonos en ese parque y nunca había notado ese pequeño árbol. "Lo habrán sembrado ayer" me dije a mi mismo tratándo de distraer mi mente y desviarme del tema de conversación, pero me era inebitable ignorar a la chica con la que había compartido tantas cosas y tantos momentos geniales. — Creo que ya has hecho todo lo que estaba a tu alcance, y de verdad te lo agradezco, pero ahora te pido que me dejes en paz.
Y las lágrimas finalmente se rompieron con el parpadeo de sus ojos, sus largas pestañas quedaron empapadas, y al correr cada gota de tristeza por sus mejillas iba dejando un rastro negrizo por el maquillaje que se llevaba consigo lentamente.
No pude verla a los ojos, me levanté sin decir palabras y la dejé ahí, en ese parque donde nos dimos por primera vez un beso lleno de amor puro, en el parque donde el sol siempre brillaba y se sentía un ambiente cálido y agradable que a todos los que cruzaban por ahi los ponía de buen humor. Sentada, triste, su rostro lleno de dudas y temor, sola, en aquella banca color blanco con el logotipo de la delegación donde solía recostarse en mis piernas mientras yo acariciaba su cabello y donde yo solía recargarme en su regazo mientras ella me arruyaba con su dulce voz y sus tiernas palabras.
No mirés atrás, me decía a mi mismo, pero no hacía falta. No tenía deseos de mirar atrás. Pero había algo raro dentro de mi, o mejor dicho, no había nada. Sabía que había lastimado a alguien, y sin embargo, no sentía culpa, ni dolor, ni remordimientos.
Anteriormente había lastimado a muchas personas, pero el dolor que producía a otros siempre era recíproco, e incluso a veces me dolía más a mi el hecho de saber que otra persona había sufrido por mi culpa.
¿Qué fue lo que me hizo cambiar?
Desde aquel día en el metro solo podía pensar en tener cosas. Celulares, videojuegos, computadoras, todo aquello que de algún modo significaba tanto para mi a tal grado de carcomer mi alma y a desplazar los sentimientos que habitaban dentro de mi, cambiándolos por un grán vacío que solo podía ser llenado no por el amor, ni por odio, el dolor tampoco serviría para eso, lo que buscaba, o mejor dicho, lo que ahora necesitaba era la felicidad, la felicidad que solo podía obtener a través de objetos materiales que sabía que dificilmente podría obtener. Y ese conocimiento, el saber que no podrás alcanzar aquello que deseas realmente, aquello que necesitas, lo que verdaderamente podría convertirte en un ser completo capaz de decir "soy feliz", el solo hecho de pensar en no poder tenerlo o no contar con los recursos necesarios para alcanzarlo, era una sensación tan frustrante que hizo que casi todas mis emociones se congelaran.
Y ahi quedaron, en algún rincón oscuro de mi alma, el amor, la generosidad, el deseo de ayudar a otros, la motivación para hacer cada cosa de buena gana y dándo lo mejor de mi, e incluso el dolor de saber que había perdido a una de las personas que más amaba. Todo ello arrumbado dentro de un enorme bloque de hielo alimentado con el agua de las lágrimas que las personas a mi alrededor derramaban por mi culpa y mantenido por el frío de mis deseos mundanos y mi ambición de poseer más y más cosas que para muchos tenían poco valor espiritual, pero que para mi, se habían convertido en el todo.
genial, bueno no tanto es algo idiota soltar a tu vieja por robar pertenencias pero bueno, ya espero la 5ta parte.
ResponderBorrardesde ya te advierto, si dejas de escribir la historia, te destierro, ok?
ResponderBorrarEsto parece ya parece novela(aun que para ser novela no tendri que estar en 1era persona)... me dio weba terminar de leerlo... esperare a que saquen la pelicula..
ResponderBorrarSi comparto eso de dejar a tu xava como que no, pero psss de todas maneras ivan a terminar peleados por los conflictos, esta muy chevere
ResponderBorrarvas bien con esto, sigue así, ya espero la 5ª parte
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